En unas tierras lejanas, más allá del mar, en el continente en donde la cultura del hombre se forjó. Se cree que existió la ciudad de Krest, Una magnífica ciudad basta de conocimientos y bellezas, cuyos habitantes eran felices al recorrer todos los días sus calles hechas de piedra blanquecina, ellos se enorgullecian de las altas edificaciones que parecían tocar los cielos celestes en el que habitaba su dios y ángeles, para esto último se alzaba la catedral de San Constantine, una bella estructura hecha de marfil con techos chapados con oro puro encontrado en sus alrededores. Sin embargo, eso solo es todo lo que se sabe de Krest, y aun así solo se puede creer que es real pues parece que el mundo mismo ha decidido olvidar a aquel nombre que hace que los más creyentes en dios se entremezclan y se pregunten si al dios que veneran siquiera es el correcto.
Los pocos registros que quedan de aquella época sólo narran fragmentos de un tiempo en donde Krest era llamada como la ciudad de oro o también como la ciudad en donde los ángeles bajan de los cielos. Se cree que la ciudad de Krest existió alrededor de 1800 a 1900 pues los papeles datan dentro de esos años, aunque no se podían estar seguros pues los papeles padecían de características inusuales, casi como si no quisieran que la información de aquella ciudad se supiera, a decir verdad era correcto, nadie quería recordar a Krest, nadie quería volver a escuchar esos gritos ni a los innumerables ojos que los veían entre sus sueños que se volvían pesadillas al momento de recordar el nombre de la ciudad.
Krest, la ciudad de oro…
Krest, la ciudad en donde los ángeles bajan de los cielos…
Krest, en donde los dioses mueren…