Nunca nos hemos imaginado cuán afortunados somos de poder recurrir a las palabras para poder expresarnos mucho mejor.  Las palabras, fieles compañeras de viajes y de alegrías, de tristezas y miedos. No las valoramos como debiéramos, pues a ellas les debemos el placer que consigue nuestra mente con sus sonidos tan armoniosos, el placer de leer un buen libro y una agradable historia, con su melodioso baile que pocos saben apreciar a fondo. Dejemos las armas a un lado y utilicemos las palabras para hacer la guerra y a la vez la paz, ya que las palabras nunca tendrán mala interpretación, pues las palabras son lo que son y no tienen otro significado que el mismo propio. 
Llenemos nuestra mente de orgasmos con las páginas de un libro, llenemos nuestro cerebro de cultura y hagamos, con las palabras, un mundo mejor.