Hoy me he acordado de una cosa que desearía no haber recordado. Un recuerdo que tenía enterrado en lo más profundo de mi ser. Cada vez que, inevitablemente, este recuerdo viene a mi mente, siento náuseas. Asco, repulsión. Empiezan a temblarme las manos y las lágrimas amenazan con salir rodando agresivamente. Y he de contenerme, he de buscar alguna cosa, entretenerme y tratar de volver a enterrarlo. Con esto, quiero deciros que aunque sanemos, hay cicatrices que nunca desaparecen. Se cierran, sí, pero siempre dejan esa marca. Esa maldita imperfección en la piel que nos lo recuerda una y otra vez. Creándonos pesadillas, monstruos que nos persiguen. Evitando que durmamos, haciéndonos estar despiertos durante toda la noche. Que no te deja cerrar los ojos. Y es que es eso. Nunca se sana lo suficiente como para olvidarlo completamente. Hoy ha sido un día con bastantes altibajos, espero que el vuestro sea mejor. Un abrazo enorme, estrellitas.