Tan honesta parece y tan hermosa
mi casta Beatriz cuando saluda,
que la lengua temblando queda muda
y la vista mirarla apenas osa.
Ella se va benigna y humillosa
y oyéndose loar, rostro no muda
y quien la mira enajenado duda
si es visión o mujer maravillosa.
Muéstrase tan amable a quien la mira
que al alma infunde una dulzura nueva
que solo aquél que la sintió la sabe.
Saludo a Beatriz, en Vida Nueva.