El azabache batió sus alas oscuras con su mirada carmín en el recién llegado. Descendiendo frente a él/ella. Sonrió de forma amable entregando le un cacao.
—¡Bienvenid@! Espero te guste el cacao, puedes hacer chocolate o usarlo como moneda de cambio —
—¡No es nada! Soy Unay, guerrero Azteca —golpeo su pecho descubierto con el puño, como si ésto demostrará su fuerza. Estaba cubierto de cicatrices, siendo la que cruzaba a la mitad de sus labios la más visible—. ¿Y tú? —