En la pluma de una escritora, danza la creación,
letras que bailan, tejiendo inspiración.
En el papel en blanco, como tablero despejado,
cada palabra es un movimiento, un mundo revelado.

Escribe con la pasión de una guitarra en cuerdas,
sus frases son acordes, melodías sinceras.
En el ajedrez de la trama, sus personajes se mueven,
como piezas en el tablero que el destino cuece.

Las letras son sus peones, valientes y firmes,
caminan por el papel como guerreros en zafirmes.
Las torres son los momentos, que se alzan con grandeza,
mientras el rey y la reina, protagonistas en su pieza.

En el canto de sus páginas, resuena la poesía,
una sinfonía de historias, de amor y melancolía.
Cada capítulo es un compás, en la partitura de su ser,
una escritora, una artista, con la pluma como pincel.

Así, entre letras y ajedrez, entre canto y creación,
la escritora es la maestra de la narración.
En su universo de tinta y papel, se despliega la magia,
donde cada palabra es un viaje, una nueva etapa.