Confié en ti.
Pensé que eras diferente, alguien en quien podía apoyarme sin miedo a decepcionarme. Creí en cada palabra, en cada gesto, y dejé que me envolvieras con esa seguridad que transmitías, como si nada pudiera romper lo que habíamos construido como amigos.
Te di mi tiempo, mis pensamientos y mi confianza... ¿y ahora qué?
Dices que nada ha cambiado, que todo sigue igual, pero lo siento, sé que algo se rompió.
Esa conexión que teníamos, ese hilo invisible, se ha desgastado, y ahora solo quedan palabras vacías y promesas incumplidas.
No es fácil ver a alguien en quien lo pusiste todo dejarte con una sensación de vacío, como si nunca hubiera significado nada. Quizás fui ingenua, quizás quise ver algo que nunca existió, pero duele.
Duele pensar que fui yo quien creyó demasiado, quien construyó castillos de confianza donde no existía nada sólido.
Pensé que compartíamos algo real, algo fuerte.
Pero ahora veo que era una ilusión, algo frágil que se desvaneció a la primera prueba.
Di lo mejor de mí, pero parece que no fue suficiente, o tal vez nunca lo sea.