Desde que venimos al mundo, todos tenemos nuestro propio reloj de arena, y desde ese momento, algún día esa arena terminará de caer en el otro lado del cristal. Pero... ¿Y si hubiera una forma de pararlo, lo harías? ¿Cambiarias tu vida por un trato? Ni la vejez, ni la enfermedad, ni siquiera la mismísima muerte podrían tocarte. ¿Qué me dirías si pudieras tener todo lo que deseas al alcance de tu mano? Todo contrato tiene su letra pequeña, todo tiene un precio, y de una manera o de otra, siempre se acaba pagando.