Mostraba una paz tan grande en su rostro dormido. Miró con suma atención los movimientos que su pecho hacía en cada respiración mientras descansaba ambos brazos sobre el reposabrazos del sofá donde el moreno estaba tomando una siesta.
Río suave ──── Te vez tan vulnerable así ──── Su mano paseó por la piel del rostro del mayor, acariciando con su mano con tanta delicadeza sus mejillas ──── Podría incluso . . . ──── su mano descendió hacia el cuello de Yusei, donde su otra mano se unió, enrollando sus dedos en la garganta del durmiente sin ejercer presión ──── Matarte aquí mismo ──── Su sonrisa expresaba toda la locura a la que estaba acostumbrado, su maldita fachada para ocultar sus verdaderas emociones y no mostrarse débil.
Estaba tan tentado en comenzar a apretar su agarre pero, sus manos se alejaron, ahora pasando una por la piel expuesta por el cuello de su camisa mientras otra acunaba nuevamente el rostro ajeno. No, no había podido y solo acercó lentamente su rostro, depositando un pequeño beso cerca de la comisura de los labios ajenos, manchando con su labial la tez canela del hombre que dormía tan tranquilo.
──── Pero si lo hiciera, llegaría a extrañarte, maldito idiota ──── Sus opacos orbes por un breve instante habían mostrado una mísera pizca de afecto hacia el moreno ──── Eres un desgraciado por haberte instalado tu mismo un lugar en mi corazón . . . Teo odio tanto por eso.
Sus palabras sonaban sinceras, ¿Lo escucharía entre sus sueños? No, era poco probable.