No pronuncies las sílabas que sangran,
porque cada letra que nace
abre un ojo en la oscuridad.
Que tu voz se quiebre,
que tu sangre se incline hacia el suelo,
pues ya escucha lo que reza tu aliento.
Lame el hierro,
muerde la tierra,
abre tu pecho al frío,
y deja que entre.
Cuando la carne tiemble,
no cierres los ojos.
Si lo haces,
él se colocará detrás,
pondrá sus dedos sobre tu cráneo,
y te enseñará cómo suena tu mente al romperse.
  • JoinedJuly 18, 2025



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