Es absolutamente necesario suicidarse cada cierto tiempo. Huir de uno mismo, perderse, sentír el cuerpo vacío, agotado, dolorido. Mudar la piel, beber, tocar fondo y luego no recordar nada. Estar ausente de todo, para después aferrarse a la vida. Reencontrarse. Y vestir colores pastel, andar a paso ligero y sonreír a los vecinos cuando te saludan en la escalera.
-¿Qué tal estás, preciosa?
-Jodidamente bien, gracias.