Seguía sin poder creerse lo que había pasado, estaba buscando procesar de forma óptima lo qué en cuestión de segundos la dejo tan en blanco.
Es decir ¿Porque? Ella no era cómo las otras chicas que se derretian por una cara bonita y los encantos de un chico, pará nada, ella era demasiado lista cómo para dejarse llevar por sus instintos más superficiales.
Entonces ¿Porque ese estúpido niño bonito la habìa sacado tanto de órbita? Ni siquiera lo conocia y tal vez era igual de irresponsable y vago qué Trent, prefería buscarle los mil y un defectos imaginarios antes que ver la buena primera impresión que le dio.
¡Calmate! Le grito su subconsciente.
Entónces se puso a pensar en que tal vez era ridículo, si, era una intelectual, pero todavía era una adolescente y cómo todas las chicas de su edad debía tener esas estúpidas hormonas qué le alborotaban el estómago.
Si, solo era otro de esos estúpidos enamoramientos platónicos qué se tiene en la adolescencia, solo trataría de ignorarlo y no darle la más mínima muestra de atención alguna.
Inclúso ignorando el hecho de que aquél halago hacía una de sus prendas de vestir favoritas le había puesto un poco nerviosa y había logrado qué sus mejillas estubieran algo calientes y se enrojecieran con levedad.
Tomó una fuerte inhalación pará dejar que sus plumones respiraran aire y lo expulsó de una forma relajante.
A hora iría a la habitación con su amiga Jane pará hablar sobre sus vacaciones y ver la televisión.
