— ¿Eh? ¿¡A QUIÉN LLAMAS TSUNDERE MUSULMÁN!? — No parecía exactamente lo que se dice “calmado”. Bueno, en realidad, el nunca lo estaba. Ni aunque le dieran un millón de dólares se calmaría, sinceramente. — ¿¡ QUIERES PELEAR, LOCO ATONTADO !?
— Pst, ¿algún problema, inútil saco de huesos? — Como siempre, el de pelo blanquizo se comportaba de manera grosera con cualquier persona, fuese quien fuese, que estuviese en su camino.