El Espíritu Santo es el sello de Dios sobre un ser que le pertenece.
          
          Debido a que el Espíritu vive en el creyente y éste le pertenece a Dios, su cuerpo nunca debe mancharse con ninguna impureza ni maldad, ya sea con pensamientos, deseos, acciones, peliculas, libros, o revistas inmorales. Más bien, debe vivir de manera que glorifique y agrade a Dios en el cuerpo. 
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