────Adaraaa ¿A qué hora llegará Hani? ──Pregunta con melancolía la rubia, sentándose a lado de la castaña que tomaba de su taza de café ────Lo extraño mucho.
────Yo también lo extraño ──Responde la mujer, dejando el objeto sobre la elegante mesa de vidrio, alias su falda un poco, girándose a ver a la menor ────Tal vez se le haga tarde, últimamente tiene mucho trabajo que hacer.. ──Se lamenta un poco al ver el puchero en los labios de su compañera, suspirando un poco a la par que toma el control que se hallaba justo a su lado, y prende la televisión.
La de ojos celeste, aburrida por la soledad de la habitación, abraza el cuerpo ajeno, recargando su cabeza en su pecho ────¿Me acaricias la cabeza? ──Inquiere alzando su mirada a la mujer
────Por supuesto ──Dulcemente la dama acata sus órdenes, dibujando trazos entre sus doradas hebras.
La más baja, termina cerrando los ojos una vez se siente a gusto, deslizando una mano por el muslo contrario, subiendo y bajando. Hasta que rompe el silencio.
────Te escuché el otro día con Hani ──Ríe una vez nota la tensión en el cuerpo ajeno, viendo como ella para de mimarle ────¿Quieres jugar conmigo? ──Eleva el mentón sólo para enfocar la mirada en la avergonzada castaña.
────Dava, detente ──Ordena el ángel mayor, negando con las mejillas sonrosadas al haber sido atrapada. Mira de reojo como la mujercilla se trepa hasta quedar a horcajadas sobre ella.