No estoy en contra del streaming. Tuve Netflix por años, a veces me dejo caer en DisneyPlus y actualmente estoy en Amazon Prime. Las plataformas digitales democratizaron el acceso a la cultura a miles de personas, permitiéndoles disfrutar contenido casi ilimitado en un solo lugar. Es genial ver las películas que quieras cuando te dé la gana en vez de tener que salir de casa a una tienda de películas y poder escuchar música sin riesgo de quedar ilegible con cada reposición.
Es un sistema instantáneo, pero a la vez tener tanto material a tu disposición se vuelve sofocante y provoca que estés horas buscando algo que capte tu interés, convirtiendo el mercado del séptimo arte en una fábrica de contenido comercial inmediato para un público que trata los largometrajes como hamburguesas del McDonald's. Esta necesidad de crear películas de forma masiva para atraer la atención de los consumidores termina repercutiendo en su calidad, provocando desastres como casi todas las series de la Fase 4 del MCU.
Otro problema es que son tantas plataformas que vas a tener que elegir una para poder disfrutar de un contenido en específico, y eso ni siquiera te garantiza que vayas a tener acceso a una película que te guste eternamente. Si la plataforma en la que estás pierde los derechos de la peli, te toca joderte o emigrar a otra plataforma para verla. Por no mencionar los anuncios excesivos y su necesidad de conexión Wifi.
Cuando compras una película en formato físico, es tuya, te pertenece, podrás verla cuando quieras. El problema es que tendrás que cuidar bien de tus películas, ya que el formato físico es frágil. Aún así, eso lo vuelve más especial para mí, porque nos enseñaba a valorar lo que tenemos y tratar de conservarlo en buen estado. Tengo películas en DVD que en la actualidad siguen siendo legibles gracias a que las traté con mucho cuidado.
El Streaming no es malo, vuelve las cosas más faciles, desde luego, pero para mí el formato físico no debe ser olvidado.