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hoy era el día.
hoy, laurent confesaría sus verdaderos sentimientos.
fue una realización; una noche, mientras veía una maratón de "viernes 13", comiendo lo que era una caja de almuerzo —¡de las congeladas! a mitad de precio, que compró de salida de la oficina, ese golpe de buena suerte se transformaría en papeleo para mañana, porque ese era el ciclo de la vida—, aprovechó para revisar el cúmulo de correo atrasado, con el sonido de una de las víctimas gritando al ser atrapada.
era un raro, muy raro día en el que dormía en casa. laurent tenía esa capacidad de dormir en cualquier lugar y, más de una vez, se encontraba despertando como un pájaro al amanecer en medio de la oficina.
sosteniendo los palillos con un trozo de salmón entre sus labios, descartó todas las cartas que le ofrecían tarjetas de crédito con rostros sonriendo. entre ellas, hubo algunos anuncios de nuevos servicios y parpadeó dos veces al ver un cupón de descuentos para ramos de flores dirigidos hacia bodas.
fue cuando lo recordó... las enseñanzas de sus padres eran muy útiles: cómo ahorrar agua, negociar buenos precios y ser responsable con el gas. por supuesto, tuvo que hacer espacio para todas las reglas gramaticales que usaba en su día a día, y a veces, los consejos solo aparecían por un detonante.
sí, podía verlo, ese día cuando cenaba con ellos mientras se preparaba para los exámenes de entrada a la universidad.
"tu madre y yo tuvimos algunos problemas para nuestra boda." estaba seguro de que el tema había salido porque algún compañero de trabajo estaba por casarse en la oficina de sus padres y habían recibido una invitación en consecuencia. su padre amaba recordar el pasado y había aprovechado la oportunidad. "en aquel entonces, todo era mucho más difícil que ahora."
su madre había asentido, arreglando esos lentes redondos suyos. "sí, sí, recuerdo que llegábamos tarde a todos lados."