"-¿De verdad crees que puedes manejar esto sola? -preguntó Max, su voz tan fría que casi cortaba el aire entre nosotros.
-¿Tú crees que puedes intimidarme? -respondí, cruzándome de brazos, desafiándolo con cada palabra.
Max sonrió, un gesto mínimo, pero letalmente seguro. No me quitaba los ojos de encima, como si quisiera descifrar cada pensamiento que intentaba ocultar tras mi sarcasmo.
-No es intimidación... solo observo a quien parece más peligrosa de lo que admite -murmuró, y yo juraría que había una chispa de algo más en su mirada, algo que no quería reconocer.
Cada palabra era un choque de acero y fuego; cada silencio, una guerra silenciosa. Y aunque mi orgullo me decía que lo odiaba, no podía negar que... algo se movía, latía, entre nosotros. Algo que ninguno de los dos estaba listo para enfrentar."