A veces pienso que somos dos grandes casualidades y muchas veces las casualidades se mantienen como bellas anécdotas que pasan en nuestra vida, que son pasajeras y que se olvidan con el tiempo. Para aquella hipótesis aún no encuentro repuesta, mi mayor causalidad sigue presente. No sé si se quede por más tiempo, tal vez pase desapercibida como todo en esta vida, quién sabe.
Así de inesperado como sucedió, tan libre como el viento, así tal vez se quede y no me aferro a la casualidad pues como todo en esta vida tal vez tenga que pasar o tal vez se quede un ratito más y se convierta en un para siempre, en el peor de los casos en un hasta luego. Pero sé que la dejaré ir porque no me aferro a ella, más la veo día a día y la contemplo como algo bonito que se disfruta mientras dure el día.
Las casualidades inesperadas son las más bonitas.