
om-noah
Se encontraba en su última clase, observando el pizarrón mientras el maestro hablaba. Sinceramente, no estaba prestando atención; todos sus pensamientos se dirigían a una escena en particular. La punta de su lápiz, inconscientemente, rozaba sus labios, esos mismos labios que habían sido tocados por aquel alfa. Recordaba con claridad cada sensación, cada estremecimiento, la mezcla de desesperación, calidez y placer que había experimentado al compás de la unión de sus bocas, de sus cuerpos. Se derretía con solo evocar sus caricias, su aroma, su presencia. . . inevitablemente lo recordaba. Cada momento parecía repetirse en su mente, haciéndolo desear, con una intensidad incontrolable, volver a sentirlo, volver a estar con él. Suspiró con incomodidad cuando una punzada oprimió su vientre, en la parte baja, acompañada de una sensación densa que le erizó la piel. De pronto, el suéter que llevaba puesto comenzó a resultarle sofocante. el calor que emanaba de su propio cuerpo se hacía insoportable. Aquella punzada regresó, más intensa, arrancándole un suave quejido que no logró contener. Por suerte, el timbre que anunciaba el final de las clases lo salvó de la atención ajena. Salió apresurado del salón, adelantándose a todos sus compañeros, y se dirigió al baño. Lo primero que hizo fue mirarse al espejo. La evidencia era clara, y rogó no estar en lo cierto. No ahora. No en ese momento. Sus mejillas estaban completamente sonrojadas, sus labios húmedos y entreabiertos, su frente perlada de sudor, y su respiración agitada. Sus pupilas, dilatadas. Su celo.

alfa-neil
@om-noah ! Suspiró un poco irritado y frunció ligeramente su ceño, amaba su trabajo pero una de las cosas que menos le gustaban era hacer papeleo, que era justo de lo que se estaba ocupando. Hace poco había regresado de una misión, la cual salió exitosa y entre sus compañeros a él le había tocado llenar el informe, cosa que lo tenía un poco, poco malhumorado. Terminó finalmente de escribir en la computadora y en cuanto lo hizo se estiró sin prisa y sonrió con sutileza para si mismo, murmurando que al fin podría ir a casa a descansar, al menos eso era lo que tenía planeado. Iba a tomar su celular, el cual había dejado boca abajo y en silencio para evitar distraerse y terminar rápido el informe, sin embargo fue interrumpido y sorprendido por un grupo de compañeros que entraron de repente, ofreciéndole ir a festejar a un bar cercano por la reciente y victoriosa misión. No se iba a negar pero recordó que tenía que escribir a uno de sus amigos para poder verificar algo que le había pedido, les dijo que lo esperaran afuera y una vez estuvo solo, tomó su celular y entonces vio confundido la pantalla. Entre sus notificaciones se mostraba una llamada perdida de Noah, aquel omega que hacía perder el control a su alfa y del que gustaba tanto, ¿lo había llamado? “Qué extraño” pensó, era raro que lo hiciera y, como él era alguien curioso, no pudo evitar devolver la llamada, poniéndose el teléfono a la oreja en espera de que respondiera.
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om-noah
¿Cómo era posible? Noah conocía bien su ciclo, sabía con exactitud cuándo llegaba aquel tormentoso período. Y para su mala suerte, justo ese día se le habían acabado los supresores; planeaba comprarlos al salir de clases. No había razón alguna para que su celo se adelantara, a menos que. . . Jadeó solo de imaginarlo, cerrando los puños con fuerza ante la punzada ardiente y desesperante que lo recorrió. Corrió hasta encerrarse en un cubículo, sacando su celular con manos temblorosas. Buscó con urgencia el nombre de aquel alfa culpable de la tormenta que rugía dentro de él, soltando un pequeño gemido de frustración cuando la llamada no fue respondida. Solo habían pasado unos segundos, pero bastaron para que su desesperación creciera.
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