Insurrecta. 

He escuchado que es mejor no saber nada de nosotros mismos, porque la información es una de las pocas cosas que pueden matarnos, aunque esta sea placentera en algunos casos. 

La confianza es la debilidad del fuerte, y la fortaleza del débil.

Los humanos son débiles porque tienen la capacidad de ser heridos.

La alegría causa a veces un efecto extraño; oprime al corazón casi tanto como el dolor.

El hombre llega mucho más lejos para evitar lo que teme que para alcanzar lo que desea.

El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre, y para nombrarlas había que señalarlas con el dedo.

No todo lo que es de oro reluce, ni toda la gente errante anda perdida.

Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.

Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, era la edad de la sabiduría, era la edad de la insensatez, era la época de la creencia, era la época de la incredulidad, era la estación de la luz, era la estación de la oscuridad, era la primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperación.

Dos de las estrellas más hermosas del cielo tenían que ausentarse y han rogado a sus ojos que brillen en su puesto hasta que vuelvan.

El amor es un humo que sale del vaho de los suspiros; al disiparse, un fuego que chispea en los ojos de los amantes; al ser sofocado, un mar nutrido por las lágrimas de aquellos; ¿qué más es? Una locura muy sensata, una hiel que ahoga, una dulzura que conserva.

Cuando arde la sangre, el alma se prodiga en juramentos.

Cuando las penas atacan, lo hacen no como un espía solitario, sino en batallones.

Sabemos lo que somos; pero no lo que podemos ser.

La locura acierta a veces cuando el juicio y la cordura no dan fruto.

El miedo a sufrir es peor que el mismo sufrimiento.

El suicidio es lo único que puedes controlar en tu vida. Por eso es un pecado, porque estás venciendo a Dios en su propio juego.