Sus ojos estaban fijos en la pantalla, esa delgada silueta que descansaba sobre la suave seda de las sábanas blancas y grises. Tras aproximadamente cinco horas de sueño, había permanecido inmóvil, sin apartar la mirada del monitor. Sin embargo, tuvo que atender algunas emergencias, limitándose a pedir información sobre el omega a sus guardias. Afortunadamente, solo había optado por usar ropa cómoda y descansar, rechazando la comida, lo que le preocupaba; casi no había probado bocado en dos días.
Al verlo despertar, suspiró al notar cómo se acurrucaba contra el borde de la cama. Podía distinguir su mirada perdida, y apostaba que se atormentaba con sus propios pensamientos. Se retiró de su cuarto de control y se dirigió hacia él, suponiendo que ya estaría más tranquilo y sería menos reacio a escucharle, o al menos a tolerar su presencia. Antes de entrar, se despojó de su máscara y capucha; pensó que lo mejor sería no presentarse como "frontman". Optó por una camisa y pantalón negros, una vestimenta adecuada para su visita. Sonrió para sí mismo ante su consideración y, caminando por los pasillos, se dirigió a esa habitación. Al llegar, giró el picaporte y entró en silencio; no quería asustarlo, aunque se dio cuenta de que el omega intentaba ocultarse apenas lo vió.
⎯⎯⎯⎯ ❛ ¿Cómo te encuentras? ❜ ⎯⎯⎯⎯ Fue una pregunta directa, aunque quizás un tanto estúpida. A pesar de su descanso, aún se le veía aturdido, angustiado y triste; todas esas emociones se reflejaban en sus ojos. El amargo aroma que lo envolvía seguía presente, ya no tan intenso, pero lo suficiente como para ahogar sus fosas nasales. Era el olor de Gi-hun, y le gustaba; albergaba la esperanza de que pronto regresara esa dulzura que lo volvía loco.