Tantas veces he querido correr,
nunca lista para realmente correr,
creyendo que decidir era correr,
caen errores, se redefine al correr.
Correr es fuego que forja al ser,
luz originaria, antes de volverse
el centro que guarda al preguntar
¿Por qué? Y nació la conciencia.
¿Merezco amar? ¿Merezco temer?
¿Por qué temo si lleno de amor?
Si dices que soy el amor, ¿por qué
no lo siento? ¿Por qué correr?
Si te tropiezas dolerá la inercia
más que una simple caída al duelo.
Corre porque te hará crecer, ser
lo que nunca creíste poder hacer,
pero no corras si no sabes caminar.
Ten prudencia y sé paciente, corre
sólo si has ejercitado lo necesario
para sentir la presión de tu pecho
agitarse, sabrás que hacer al caer,
el dolor no te será insuperable,
pues habrás forjado tu espíritu
en fuego, esa fortaleza te dará
ese vínculo necesario para amar
con fuerza supernatural. El amar
que se forja como el correr es
la luz originaria, antes de haber,
en el silencio, tal fuerza que dio
vida y rompe fronteras se forja
segundo tras segundo que tu amor
alcanza su límite y se expande.
¿Tienes miedo al amor? Ese miedo
a uno mismo es necesario hasta
que decidas que saldrás a correr,
expande la capacidad de tolerar,
no sólo al dolor, sino a tu errar
hasta el punto que ya dolor no es,
sino un calor que te llena de luz
pues ese amor que llevas es divina
sabiduría cuando providencia lleva.