om-giselle
Su suspiro se desvaneció con la breve corriente del viento, erizándole la piel. Era una de esas temporadas en las que el clima frío la atormentaba, obligándola a cubrirse con una suave bufanda y abrigos que opacaban sus coloridos vestidos. Era tan sensible que, si no llevaba la ropa adecuada, podía resfriarse con facilidad o terminar temblando, con el rostro enrojecido por el frío.
Se sentía algo desorientada, con los pensamientos dispersos en distintos momentos, aunque uno en especial la perseguía constantemente: aquel suceso con el alfa. Recordaba las calurosas sensaciones, los sentimientos intensos, ese instante tan único como angustiante. Aún podía sentir la ausencia de sus labios sobre los suyos, y el simple hecho de evocarlo la sonrojaba. Sin embargo, también recordaba con pesar todo lo que ocurrió después: los días solitarios, la sensación de vacío, la desesperación contenida entre suspiros. Imploraba compañía, anhelaba a su alfa. Era una frágil omega que había tenido que recurrir a supresores para mitigar su desesperación, pues la idea de entregarse a alguien más le parecía incorrecta. Reprimía su naturaleza, aferrándose a su destino, esperándolo a él.
Los días pasaron y simplemente dejó de saber de él. Aun así, mantenía la esperanza de que estuviera bien, pues su último recuerdo era verlo inconsciente en el suelo. Entre tanto desorden emocional, la melancolía también se hacía presente. Era justo la época en que solía visitar a su hermana junto a su madre, llevándoles flores que reflejaban su dolor en cada pétalo, adornando así el descanso de su única familia. En momentos como ese, imploraba tenerlas cerca, imaginando la vida que habría tenido con los consejos de una madre o el cariño puro de su pequeña hermana.
om-giselle
De pronto, entre tanta distracción, sintió un leve impacto contra algo o más bien, contra alguien. Alzó la vista rápidamente hasta descubrir, con sorpresa, a un niño frente a ella. La fémina, lamentándose por su descuido, se inclinó enseguida para ayudarlo a incorporarse, actuando con sumo cuidado y ternura para no asustarlo. Rozó su brazo con delicadeza, dándole un pequeño impulso para levantarlo del suelo. Estaba a punto de hablar, cuando lo escuchó llamarla “mamá”.
⎯⎯⎯⎯ ❛ Lo siento, cariño. ¿Estás bien? ¿No te has lastimado? ❜ ⎯⎯⎯⎯ preguntó con sincera preocupación, reflejada en su mirada abatida.
Sabía que debía prestar más atención al caminar; por su distracción, un niño había tropezado. Tras asegurarse de que no tuviera rasguños, no pudo evitar encontrarlo tierno con ese gran abrigo que lo hacía parecer tan diminuto. Finalmente, lo miró de frente… y algo en él le resultó inquietantemente familiar. Entonces, su respiración se detuvo por un instante: aquel aroma tan particular la envolvió. No necesitó hacer preguntas; sus ojos se movieron por inercia hasta encontrarlo. Allí estaba, aproximándose a ellos. . . YY ella no se movió. Permaneció junto a su cachorro, con la sensación de que, en cualquier momento, el aire podría faltarle otra vez.
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