El chico estaba centrado en la sala de música
mientras pasaba su dedo incide por las teclas del órgano, los recuerdos de su infancia en Francia eran resonantes, escuchar a su padre tocar el órgano todas las noches acompañada de la melodiosa voz de su madre que llenaban esas oscuras catacumbas, más el recuerdo incinerante del incendio era algo que perturbaba su sueño.
Siguió tocando aquel gran instrumento según su corazón lo sentía, pese a que muchos decían que su padre era un monstruo y que con él había sido exigente ni podía dejar de extrañarlo, tan doloroso era su sentir que no se percató de la llegada del otro.