pienso en tí y cada una de tus incontables virtudes vienen a mi cabeza sin permitirme recuperarme del pequeño ataque al corazón (uno bueno, no te preocupes amorcito) que me da al sentirme tan fascinado y enamorado de tí; de tus ojitos brillantes con la más dulce mirada que se ha posado en mí, de tu sonrisita demasiado hermosa para ser real pero tan cálida como para recordarme que no se trata únicamente de alguna pintura, de esos pequeñitos pero adorables hoyuelos que hacen presencia cada vez que me regalas las más bonitas sonrisas, de tus mejillitas rojitas que me invitan siempre a comerte a besitos, de tu forma de ser tan encantadora y única, del uso que le das a tus palabras para dejarme como bobito siempre, de la parsimonia y dulzura con la que me besas siempre, de la suavidad y ternura de tus caricias, de lo tan cálidos y reconfortantes que son tus abrazos, del sentimiento de felicidad y esas mariposas de las que ya te he hablado antes que recorren todo mi ser con tan sólo estar contigo y pensar en tí, de absolutamente todo lo que es parte de tí, desde la más pequeñita partícula hasta el más largo de tus mechones.