Su ceño se frunció suavemente ante el sonido fugaz del albino haciendo el intento de aclararse la garganta, incapaz de poder evitar el preocuparse por él aunque fuera rápido, ya que tuvo que recordarse la diferencia entre ellos; no podía confiarse tan fácil de un cazador, incluso si se preocupaba. Pero esa firmeza amenazaba con desvanecerse de ella.
— Tengo que admitir...que yo también imaginaba lo mismo de mi parte. —
No pudo evitar sentir su corazón latir rápidamente durante unos momentos, antes de finalmente romper su postura y elegir acercarse a aquel; quería pensar que si quisiera hacerle daño, la habría tomado por sorpresa, y esa era su única defensa para excusar su propio comportamiento.
— ...Me alegro encontrar a alguien, Frederick. —
Dejó escapar la de menor estatura con un susurro, antes de esbozar una pequeña sonrisa, teniendo que alzar su cabeza sin embargo para poder mirarlo directamente. No se quejaría si se le durmiese el cuello.