Salí esta tarde, el día estaba especial, nublado y fresco. A medio camino de llegar a la avenida principal, sentí pequeñas gotas caer en mi cuerpo. Levanté la mirada y no pude evitar sonreírle al cielo, tan maravillosa vista, las gotas cada vez aumentaban su tamaño hasta convertirse en gotas que al golpear en tu piel, producen un pequeño dolor.
El viento y la lluvia, una combinación perfecta ante mis ojos, la felicidad que sentí al ver y sentir esas gotas en mí, ver como caían y creaban ondas en el pavimento. El sonido hermoso de los relámpagos, del fuerte viento y de la lluvia, un momento divino y que disfruté muchísimo.