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(Tómate lo que te plazca, me abre la pertinencia de revolcarme por tus misivas de aquí).

De acuerdo, punto concedido. Venga ya, te avalaría esa totalidad pero debo responsabilizarme de lo que pase después bajo ese asalto piromaníaco y no podría justificarse diciendo que simplemente eres lindo y merecías carbonizarlo (sí que podría). Ya sabes que tus deseos son órdenes para mí, majestad, y sirvo fiel a tu merced. Mírate, diciéndome que no les tenga una misericordia apta siendo tú parte de ellos, todo un mártir. Lo estoy teniendo en cuenta, organizaron un buffet y repetí una cantidad de veces absurda la ronda. Hoy hubo un espacio, relativamente libre, gracias a algunos recibiéndose por ahí. ¿Es así? ¿Trabajas bien bajo presión? Fascinante ver cómo confías en tus habilidades y esa soltura que acomoda el desastre para no contrariarte. Por ahí veo un espacio lo suficientemente amplio como para que me cuele en tu silueta, qué paraíso (eres).

Me está faltando piso para arrastrarme. Lo sé, pero no le impide a mi ambición sentir que me falta remolcarte más, sentirte más, mancharte más. Me cribas como si fuera de trapo.

(Guardarás mi ruego para que me repitas la dosis, amor). Ojalá haber estado acompañándote, ese clima tiene la malicia de arrullar hasta al más disciplinado. No te equivocas, aunque seguramente voy a tener que comprar más abrigos y gabardinas de las que me arrepentiré de haberme excedido adquirir cuando llegue el verano. Con o sin rincón de testigos, digamos que ya estoy anticipando el veredicto, y no pienso ser indulgente. ¿Seguro que sobreviviríamos al intento? 
            Menos mal que quedó en anécdota, vaya historia para escanciar en la sobremesa, pero no te fíes, entre la ira por tu descuido etílico y obcecarme a ti, no dudaría darte persecución en el inframundo. Vagamente recuerdo el tramo, me juré abstinencia, pero la noche tuvo una inflexión y se me olvidó la promesa. Acabé fumando de la hierba que unos alumnos ofrecieron; hacía bastantes años que no daba una calada y, sorprendentemente, no me malviaje. Lo hilarante fue pensar que, si el decano que me detesta por ahí me captaba, tenía mi carta bajo la manga; haber presenciado cómo este tipo, casado y con moral hasta los pelos, le comía la boca a una de último año. Tenía mi moneda de cambio para manipularlo pero no llegó hasta allá.

(Avanza sin mirar, me puedes apuñalar por la espalda e igualmente subsistiría a través de ti) ¿Las lluvias aún te abarrotan el confín? Acá diario el cielo se desangra y el frío vuelve el aire mármol, cómo se nota que diciembre ya acecha. Para mi beneficio, sí ¿para el tuyo? no tanto, pero qué consagración tan plácida discernir que te mueve. No me resta sino rogar escoltarte algún día a una fiesta también o, si lo dicta tu inclinación, una privada donde me eduques con ese banquete visual que dominas. ¿Qué cómo te veo? como si demandaras que me quite el cuero y te lo ofrezca de rodillas, Lí, asevero que fuiste estrago para varios ojos, y más que saberme a bruma, me filtra la satisfacción tu altivo prefacio. ¿Me confiarás alguna anécdota?

¿Semana dura? Derrama algo de ese don tuyo para domeñar el caos que te acosa, (me estoy partiendo a carcajadas) pobre gatito, espero hayas tenido la prudencia de cebar tus defensas; no queremos que algún virus se te insinúe, y que al menos, hayas sabido alimentarte decentemente. ¿Lo hiciste? Por mi parte, gestioné con el decano unos documentos que mis estudiantes solicitaron para avalar una sesión fotográfica esta noche. Por fortuna, fue concedida. Es un grupo que está a un suspiro de graduarse (estos, por cierto, son de los menos insoportables) quisieron inmortalizar el momento junto a algunos profesores, y aprovecharon que la universidad también organizó presentaciones en el auditorio y otras zonas de la facultad por la fecha para hacerlo. Así que me vi enfrascado en la cacería de un traje y en consultas con una maquilladora, para dar forma, a lo que vendría siendo disfrazarme de Jack Skellington. Y ya que traigo el tema, ¿te vas a enmascarar este fin de semana?

Then I suppose I’m cursed to crave the bitter. Especially when it wears your mouth so well, Jas. 

Maybe you were mine long before you noticed. I just whispered loud enough for you to remember. 

You and your exquisite unpleasant mouth, love.