Susurro secretos que el viento no alcanza a llevarse. Todos los días, mi musa, te grito en susurros callados, como un eco eterno que solo mis sueños pueden entender. Tú, que bailas en la penumbra de mi alma quebrantada, desconociendo la sinfonía que compongo solamente para ti, aquí estoy, entregándote mis versos en un suspiro que se desliza entre las sombras. Porque amarte es como escribir en el agua, pero mi corazón insiste en tatuar tu nombre en cada latido, en cada página de este libro inacabado que es mi vida.