sus facciones se estremecieron en lo que cerraba sus ojos como si hubiera recibido una puñalada; y esa sensación era una verdad, al menos para él.. ¿no coexistía otra forma de ganarse el perdón del peliazul sin sacrificar su dignidad? aunque igual, lo haría por él; pero no estaba seguro de recibir una reacción positiva en absoluto.
sabía que lo había arruinando, inmovilizado todo en ese gélido instante donde las maletas del adiós chocaban contra sus oídos como un golpe auditivo; como la infinidad expresando que no se volverían a reencontrar.. no soportaba más la distancia entre ellos.
nunca reconoció cuando se había vuelto así de sumiso frente a otra persona cuando nunca supo descifrar a los demás, solo los veía a partir de lo exterior y sin embargo.. a él ANHELABA ayudarlo. si había algo mal, perdería lo que fuera con tal de sobrevivir con el menor.
o que este lo hiciera.
— kazutoshi, en serio, por favor.. — otra plegaria cayó de sus labios esperando que su frágil Dios le tuviera piedad aunque sea; una pizca de clemencia para perdonar los pecados cometidos en su incesante rezar.. no podía continuar sin él, la idea lo torturaba y esa dimensión era imposible en su cabeza; debía reparar lo averiado. — p-puedo hacer lo que quieras con tal de que me perdones, en serio.. pero me preocupas. —
había comunicado sus pesares con tanta facilidad porque de verdad era una aflicción directa a su ser cada vez que presenciaba un desmayo, sangrar o cualquier indicio de que la condición médica del ajeno estaba empeorando; ese dolor de cuando a la persona que amaba le sucedía algo, pasaba a ser suyo.. era tan palpable.
— ... eres lo único que me queda, ya n-ni tengo siquiera a Isono.. no quería que te hicieran algo, no puedo dejar que te pase algo. — miró al suelo; había gente que quizá deseaba interactuar con él o lo consideraban interesante, pero nunca pudo abrirse a nadie más que no fuera la idol que intentó entablar conversación antes de su temprana muerte o el joven enfrente de él; por eso musita hasta entre lágrimas, no con manipulación si no que como un ruego que por más silencioso que sea.. era una ofrenda para su divinidad, una oferta de entrega completa de parte de un devoto empedernido. — estamos aquí adentro y aquí adentro.. te necesito.. si odiarme se siente como algo real, ¡e-entonces voy a aceptar ese odio! si significa que puedo seguir existiendo para ti de alguna forma. —
todos esos murmullos eran para seguir orbitando alrededor de su única galaxia confiable; su universo completo que nunca abandonaría, porque reconocía que ya no podía dejarlo ir.
y quizá era mejor así.
un prominente elevar de almas titilaba entre los escombros de la matanza; allí donde el eco del recuerdo resonaba sin cesar desde la entrada a la competencia por quién era más apto para sobrevivir al averno. entre las llamas que abrasan a los demás, yacía tal campeón de los concursos que reflejaban más su sostén intelectual que el corporal.
¿era un milagro, no? la ventaja de poder ver otro día más mientras sus respiros se sincronizaban con adversos, con la esperanza nula de escapar de ahí... y sin embargo, no le importaría quedarse en absoluto.
no si lo tiene a él consigo.
se iban a cuidar mutuamente si uno caía en sospecha, pero ya el de hebras azuladas había sido señalado por una coartada floja; la cual el joven castaño defendió pese a que fuera de dudosa procedencia, colaborando a descifrar su enigma en lo que se exponían sus secretos personales.
— Kazutoshi, calma.. — le musitó entre las caricias qué impedían el restregar de una cruda realidad; ¿qué iban a hacer...? mejor dicho, ¿qué IBA a hacer? ken ya estaba preparando una maniobra para sacrificar su reputación con tal de mantener la del menor sin manchas, pero no podían continuar de esta manera en la que su tensión se expandía cuando el de diversas condiciones médicas se desmayaba o símiles. — deja de forzarte, por favor.. —
ya había perdido a reina en su infancia, no iba a extraviar de nuevo la chance de salvar a alguien a quién amaba; hasta si le costaba su propia muerte, no era su conflicto ni su duelo que luego debería afrontar. si sus huesos se vuelven huecos y alardean con la podredumbre, entonces los gusanos tararearían el nombre del de rubíes dentro de él, seguros de que es la única canción que los muertos estaban destinados a cantar... y la exclusiva melodía que le agregaba añoranza al afecto del referente.