cirnelleYav

Sus pies se hundieron en la arena húmeda al mismo tiempo que la ola tibia de agua salada chocaba con ellos. El movimiento repentino hizo que se desequilibrara y sintió como de pronto caería, los chicos la sostuvieron, cada uno de un lado, y la ayudaron a dar el siguiente paso.
          	Se adentró en las olas hasta que el agua le llegaba a la cintura. 
          	Las olas la balanceaban suavemente y por un momento olvidó el intenso dolor de cabeza por el que cada día pasaba, Las nauseas que sentía a menudo y el dolor de la incertidumbre.
          	La tarde cálida la envolvió, enjuagando del momento todo dolor y angustia, dejando tras su paso las manos tibias de sus hijos, que, dentro de un año, la extrañaran y lloraran por su ausencia cada día.
          	Pero en este momento, solo importa la tarde, las olas y su familia, en la primera y última vez en que ella visitaría esta playa. 
          	
          	Quizás solo sea la vida, que nos balancea suave o estrepitosamente en sus aguas saladas o azucaradas o agridulces, mientras nos sostenemos con fuerza de lo que creemos es nuestro único motivo para mantenernos en pie y no caer dentro de ellas.

cirnelleYav

Sus pies se hundieron en la arena húmeda al mismo tiempo que la ola tibia de agua salada chocaba con ellos. El movimiento repentino hizo que se desequilibrara y sintió como de pronto caería, los chicos la sostuvieron, cada uno de un lado, y la ayudaron a dar el siguiente paso.
          Se adentró en las olas hasta que el agua le llegaba a la cintura. 
          Las olas la balanceaban suavemente y por un momento olvidó el intenso dolor de cabeza por el que cada día pasaba, Las nauseas que sentía a menudo y el dolor de la incertidumbre.
          La tarde cálida la envolvió, enjuagando del momento todo dolor y angustia, dejando tras su paso las manos tibias de sus hijos, que, dentro de un año, la extrañaran y lloraran por su ausencia cada día.
          Pero en este momento, solo importa la tarde, las olas y su familia, en la primera y última vez en que ella visitaría esta playa. 
          
          Quizás solo sea la vida, que nos balancea suave o estrepitosamente en sus aguas saladas o azucaradas o agridulces, mientras nos sostenemos con fuerza de lo que creemos es nuestro único motivo para mantenernos en pie y no caer dentro de ellas.

cirnelleYav

A veces tienes la suerte de toparte en la calle, en algún lugar donde esperas, con alguna persona con quien entablas una casual plática, se siente agradable comenzar a encajar con naturalidad y piensas “bien estoy avanzando con mis habilidades sociales”
          Y te animas a hablarle de algo de tu cotidianidad, así que intentas platicar para que sienta el mismo interés y porque no, entablar una amistad duradera, pero entonces te das cuenta de algo que habías ignorado por tu timidez, la otra persona parece enfrascada en un monólogo, donde tú afirmas su autoestima asentando con la cabeza o poniéndole atención, y a pesar de tus intentos por hablar, ¡No te deja!
          
          Domina la conversación como si fuera la única persona que puede hablar en esta casual charla entre extraños.
          Y te aburres. Quieres cortar la charla y regresar a tu estado asocial pero esta persona tiene mucho que decir y terminas ahí viendo a todos lados incomoda pensando en cómo escapar, invocando un milagro, una llamada o que pase algún conocido de la otra persona, pero cuánto más deseas una salvación, menos probabilidad es que pase.
          Y ahí estás, sonriendo incómodamente esperando que la conversación termine, ya que no eres capaz de terminarla tu. 
          
          Hasta que termina… y entonces te das cuenta el porqué a tu edad sigues siendo tan poco sociable.