Regulus lo mantiene cerca, con sus ojos cerrados y sus manos posadas en el cuerpo del contrario, disfrutando el momento. De la cercanía, la tranquilidad y la belleza de aquel encuentro.
Aquellas semanas había pensando que si olvidaba a Miwa de forma rápida sería más fácil, si no pensara todos los días en él, o que todas las cosas le recuerden a él. Pero se dió cuenta lo realmente jodido que estaba cuando lo abrazó. No podía no anhelar el tacto del azabache, no anhelarlo a él.
Ni siquiera sabe cómo se enamoró de él, no había una razón específica. Al principio solamente platónico, su curiosidad siendo dominada por la intriga de la persona que era el monedero de los Black Dragons y a medida que pasaban los meses, pudo notar que cada vez se enamoraba más de Miwa Shuntaro. Podría describir tan detalladamente los hábitos que tenía el contrario, como arrugar su nariz como un gato cuando no le gustaba algo, o como ponía los ojos en blanco por las idioteces que el rubio decía.
Nunca había estado tan enamorado en su vida.
Separó suavemente su cabeza al sentir como este sollozaba, nuevamente reincorporándose, ya que se encontraba erguido para abrazarlo bien. Su mano, que descansaba en el cabello de Miwa dándole caricias, con suavidad se movió hasta la mejilla del mismo con intención de limpiar las pequeñas lágrimas que salían.
Sin embargo, encontró la comodidad en ella, ahora Regulus miraba atentamente los ojos de Miwa, su dedo pulgar acarició el labio inferior del azabache, con la atención del blondo totalmente en él. El mas alto suspiró nuevamente, sus alientos se chocaban y la necesidad de romper la distancia era tentadora.
⠀⠀──── No me lastimará más, no lo permitiré. / Dijo en un susurro, solamente para el azabache. Si se iban a meter en problemas por estar cerca, ¿porqué no hacerlo bien? No perdería la oportunidad de tomarlo de aquella manera. El brazo de Regulus rodeó la cintura del chico, tomándolo por sorpresa antes de unir sus labios a los de él.
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