Lo peor de todo es que sigo pensado que es perfecto. Con sus defectos. Con sus equivocaciones. Con todo su egoísmo, vanidad. Con su vicio a las drogas. Con su humildad, su caridad, sus lágrimas y sonrisa que alguna vez fueron falsas.
Lo sigo creyendo perfecto.
Qué lástima que esta decepción no haya sido suficiente para mi; eso pasa cuando tiendo de su hilo transformado en voz.