Charlie nunca pensó que iba a tener tres overlords auspiciando su hotel, los veía como pecadores tan poderosos... O eso fue hasta que conoció a Rosie y a Husk, unos verdaderos amores.
¿Y cual es el otro overlord? El demonio de la radio, Alastor, pero el definitivamente no era un amor a menos de que fueras Rosie, con quien era un tierno cervatillo, no en el sentido de que era como su madre, si no que en el sentido de que era muy obediente.
Husk y Rosie eran una pareja de overlords casados, Husk siendo dueño de la mayoría de casinos repartidos por el pentagrama, y Rosie siendo la overlord caníbal, una mujer que podía no ser tan poderosa físicamente, pero su voz se podía volver hipnotizante y hacer que todos siguieran sus ordenes. Estos dos parecían estar pegados con el pegamento más potente, ya que siempre estaban juntos, y si los separaban se notaban claramente molestos.
Por otro lado, Alastor parecía desapegado ante la presencia de sus "amigos", pero en privado era muy celoso, y se quejaba de que los otros dos fueran tan cariñosos y no le hicieran ni un poco de cariño, aunque era porque Alastor se los había pedido.
— Te ves bien hoy...— Susurró Rosie, acariciando el pecho de Husk mientras este ronroneaba, su tono meloso señalando la temperatura en aumento. — Tu te ves mejor, mi vida. — Respondió el minino enterrando su cara en el cuello de su esposa, dejando humedos besos en este. — Tan impaciente como siempre, querido Husker. — Apesar de que cuando Alastor usaba ese apodo, el lo odiaba, amaba cuando su esposa lo usaba.
