Siempre me pregunto acerca de las gotas de lluvia.
Me pregunto acerca de cómo están cayendo siempre, tropezando con sus propios pies, rompiendo sus piernas y olvidando sus paracaídas mientras caen justo fuera del cielo hacia un incierto final. Es como que alguien estuviese vaciando sus bolsillos sobre la tierra y no pareciera importarle dónde caen los contenidos; no parece importarle que las gotas de lluvia revienten cuando golpean el suelo, que se destruyan cuando caen al piso, que la gente maldiga los días en que las gotas se atreven a dar golpecitos en sus puertas.
Soy una gota de lluvia.