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Perrillo, mi amigo. Te escribo porque eres alguien muy especial para mí, un amigo que me ha regalado incondicionalmente su cariño. Tu seguridad, afecto y alegría contagian a quienes te rodean, y tu manera de ser tan única me ha hecho vivir momentos inolvidables. De hecho, ¡te has convertido en uno de mis mejores amigos! Nunca imaginé que nuestra amistad duraría tanto, pero me alegra enormemente que sigamos unidos; lo considero una señal de buena suerte. Si alguna vez nuestros caminos se separan, siempre recordaré con cariño el tiempo que hemos compartido.
            
            Eres maravilloso, te aprecio mucho y eso es inamovible. Recuerda que siempre puedes contar conmigo para lo que necesites. Estaré dichoso de compartir contigo, aunque sea solo un rato. Nuestra amistad es una de las más sinceras y fieles que conozco.
            
            Tu presencia ilumina mis días, y tu existencia me confirma que dos amigos pueden ser el equilibrio perfecto el uno para el otro, además de ser confidentes.
            
            Feliz San Valentín. 

Te dejaré ganar por ahora. Ya veremos qué pasa la próxima vez. 

Creo que debería dormir. Me duelen los ojos.

No quise decir que fuera tu culpa. Cuando nos conocimos, tú ya tenías un círculo de amigos en quienes confiabas plenamente. A mí, en cambio, me costaba socializar; siempre me sentí un poco huraño y reservado. Mis amigos me lo dicen, aunque no les hago mucho caso. Sé que parezco un viejo paranoico, temeroso de los cambios y de enfermarme. ¡No te  sorprendas! Pero por favor, cuida tu tos, ya hay varios fallecimientos por ahí. Hazme caso. Le escribí algo y, te confieso, me pongo nervioso cuando se trata de él. 

qué bonita foto, yo digo que hay que besarnos.

te amo con todo lo que soy.