devoralibros777

A veces, en los caminos que parecen más rectos, se oculta un desvío invisible, uno que pocos pueden ver y menos aún se atreven a explorar. ¿No te parece fascinante cómo el tiempo guarda secretos en los detalles, en los instantes en que uno se detiene a observar y siente que algo intangible se mueve, sin que nadie más lo perciba?
          	
          	Dicen que algunos encuentros son como espejos; no se cruzan por azar, sino para revelarnos lo que quizá siempre estuvo ahí, aunque no lo habíamos notado. Y cuando dos miradas se entrelazan, como si buscaran una verdad antigua, es imposible negar que algo se despierta, algo que trasciende cualquier palabra.
          	
          	No sé cuánto tiempo pueden durar esos destellos de conexión en un mundo tan vasto, pero me queda claro que hay cosas que, incluso sin hablarse, se entienden… o quizá se adivinan. Quizá, después de todo, los caminos que parecen más lejanos terminan siendo los que están destinados a encontrarse una y otra vez, hasta que por fin desentrañan el misterio que los atrae.
          	
          	Y así, en medio de esta encrucijada de tiempos y distancias, he comprendido que cada encuentro trae consigo también su despedida. A veces, el momento de desaparecer llega sin previo aviso, como el cierre de un ciclo que pide espacio para nuevos caminos, un horizonte en el que no cabe más que uno mismo y sus sueños.
          	
          	Tal vez nuestros caminos fueron un capítulo breve en el vasto libro del tiempo, una coincidencia de dos almas que se cruzan y, por un instante, se reconocen. Pero en ese instante hubo algo real, algo que quedará en el recuerdo como una huella tenue pero indeleble.
          	
          	Ahora, siento que debo seguir, tomar mis pasos y escribir mi propio destino en otro lugar. Ha sido un placer coincidir contigo, ver el reflejo de lo posible en tus ojos. Nos veremos en otra vida, tal vez en otro rincón del mundo, donde los sueños vuelvan a cruzarse. Luxembourg, here I go, buscando esa historia que me pertenece....

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A veces, en los caminos que parecen más rectos, se oculta un desvío invisible, uno que pocos pueden ver y menos aún se atreven a explorar. ¿No te parece fascinante cómo el tiempo guarda secretos en los detalles, en los instantes en que uno se detiene a observar y siente que algo intangible se mueve, sin que nadie más lo perciba?
          
          Dicen que algunos encuentros son como espejos; no se cruzan por azar, sino para revelarnos lo que quizá siempre estuvo ahí, aunque no lo habíamos notado. Y cuando dos miradas se entrelazan, como si buscaran una verdad antigua, es imposible negar que algo se despierta, algo que trasciende cualquier palabra.
          
          No sé cuánto tiempo pueden durar esos destellos de conexión en un mundo tan vasto, pero me queda claro que hay cosas que, incluso sin hablarse, se entienden… o quizá se adivinan. Quizá, después de todo, los caminos que parecen más lejanos terminan siendo los que están destinados a encontrarse una y otra vez, hasta que por fin desentrañan el misterio que los atrae.
          
          Y así, en medio de esta encrucijada de tiempos y distancias, he comprendido que cada encuentro trae consigo también su despedida. A veces, el momento de desaparecer llega sin previo aviso, como el cierre de un ciclo que pide espacio para nuevos caminos, un horizonte en el que no cabe más que uno mismo y sus sueños.
          
          Tal vez nuestros caminos fueron un capítulo breve en el vasto libro del tiempo, una coincidencia de dos almas que se cruzan y, por un instante, se reconocen. Pero en ese instante hubo algo real, algo que quedará en el recuerdo como una huella tenue pero indeleble.
          
          Ahora, siento que debo seguir, tomar mis pasos y escribir mi propio destino en otro lugar. Ha sido un placer coincidir contigo, ver el reflejo de lo posible en tus ojos. Nos veremos en otra vida, tal vez en otro rincón del mundo, donde los sueños vuelvan a cruzarse. Luxembourg, here I go, buscando esa historia que me pertenece....