Ibais a vencer con la mirada derrotada, sin esperanza alguna de ganar como aquel que vive pensando en la certeza de que va a morir; como aquel que respira pensando en cuándo dejará de hacerlo.
¿Por qué colgarle más peso del necesario a nuestras ojeras?
¿Por qué quitarle el protagónico de nuestra vida y la capacidad de improvisación a la risa?
¿Por qué vivir esperando, simplemente, a morir?
Y sí, sé que hoy, quizá te pese el paso del tiempo más que nunca y que ese órgano que te bombea, apriete más de lo normal; que el insomnio, quizá ya te haya robado demasiadas noches; y que el tiempo, alas de tu libertad, también es la condena de tu vida.
Levanta la mirada que cualquier lucha merece más que su derrota anticipada, no te dejes vencer; no pierdas, nunca, el brillo que hace tan preciosa tu mirada.
Sobre todo, no vayas a vencer con la mirada derrotada, porque no merece la pena ya que, en realidad, eso no merece ser denominado lucha.