bueno. cuando tenía unos siete u ocho años, le pedí a mi padre que me inscribiese en clases de patinaje en hielo, ya que era algo que me llamaba en demasía la atención por el hecho de que era tan delicado y artístico, y él nunca quiso negarme nada así que me dejó hacerlo. estuve unos años allí y fue sumamente hermoso. aprender a dar vueltas en hielo no es fácil, más porque duele bastante y es muy resbaladizo en ocasiones, aveces sólo piensas en no caerte en vez de hacer las vueltas correctamente, pero luego de que aprendes a manejarte, es sumamente precioso. es fácil verle lo precioso a un deporte que te deja expresarte de manera tan sublime; es como bailar en un cielo estrellado, en el cual dejas tu marca poco a poco, creando tus propias constelaciones con las estrellas. me encantaba.