El azabache batió sus alas oscuras con su mirada carmín en el recién llegado. Descendiendo frente a él/ella. Sonrió de forma amable entregando le un cacao.
—¡Bienvenid@! Espero te guste el cacao, puedes hacer chocolate o usarlo como moneda de cambio —
Parpadeó confundido ¿Su madre? Había conocido a muchas mujeres... ¿Una ya era madre? ¿Era tan idiota como para no haberse dado cuenta antes?.
—Es un verdadero honor que te hablara de mí, disculpa, Pero ¿Quien es tu madre? —menciono curioso