⠀⠀──── /con ilusión en el corazón y el anhelo reflejado en su andar, el pingüino llegó a la cafetería, anticipando con ansias el dulce placer de su postre favorito. Pero el destino, caprichoso como siempre, ya le tenía preparada una pequeña decepción. Apenas cruzó la puerta, le dieron la noticia: se había acabado.
Sus aletas se movieron con resignación y, con un leve puchero, murmuró un "gracias" antes de alejarse, quizás la máquina expendedora aún guardaba alguna alternativa decente para consolar su apetito. Sin embargo, al cruzar entre las mesas, su mirada se posó en una escena que detuvo sus pasos: allí, en medio de una cantidad excesiva de comida, descansaba aquel preciado manjar que tanto deseaba, y inmediatamente lo acuso con una aleta. ⠀⠀ ¡ajá! ¡entonces tú te llevaste todos los postres de la cafetería!