Filosofan los que sostienen su postura, los que hablan en medio del mundo, los que juegan entre sombras.. Pero el reloj suena tic tac, suena y despierta. Lo cotidiano sigue. Se alzan las nubes y nos alzamos para seguir luchando por sobrevivir. Nuestra voz relativiza al darnos cuenta de que hay gente a punto de morir, de que nuestros pensamientos son un juego momentáneo, que de nada sirve filosofar, hacer arte, sino es para compartir, para empatizar, para que se deshaga cotidianamente en el vivir mundano.