—Er.... gracias por esto, Ángel, pero no me gusta el Coco Pops —dijo, moviendo su nariz hacia el recipiente. Le fruncí el ceño, confundida. Siempre estaba comiendo mi cereal. Cada día tenía un plato de Coco Pops.
—Claro que sí, te lo comes todos los días —me miró como si hubiera perdido la cabeza; ¿pensaba que era estúpida o algo así? Se echó a reír y sacudió la cabeza.
—No, no lo hago. Hago un plato cada día y pretendo comerlo, antes de que vengas y me lo arrebates —dijo con una sonrisa sexy y ojos divertidos.
—¿Por qué diablos harías un plato y pretender comerlo? ¿Te gusta hacerme enojar? —le pregunté, molesta.
—No, Ángel. Me gusta hacerte el desayuno —dijo simplemente.