Nací en un hermoso 9 de Octubre en 1666. Dentro de un cascarón de dinosaurio.

Mi madre era una bruja que estudió en Hogwarts, pero como no encontró ningún trabajo que le gustara se fue al mundo de Narnia para ayudar a los Penvensie junto con Aslan, trabajando codo con codo.

Más tarde, me inscribí en Hogwarts. Donde me dijeron de que era de Hufflepuff porque molaba un huevo. Me fui para esa casa, y a los pocos años me encontré con una rata mutada llamada Splinter, que era un experto en las artes marciales mixtas. De ahí, fui dando clases a todos mis compañeros. Y fuimos los más kinkis de todo Hogwarts. Íbamos con nuestras katanas de un lado para otro y aceptábamos misiones para matar mortífagos.

Un día, encontramos una nave espacial encontrada por Hagrid. Y salió una maquina azul y blanca que se hacía llamar R2-D2 junto a un tal C3-PO. Que venían de una galaxia muy, muy, muy, muy,muy lejana. La verdad, tenía ganas de quitarle esa chatarra a C3-PO, desde luego que muchos de mis problemas con hacienda se habrían terminado. Yo lo llamé, MUY cariñosamente; El lingote de oro andante.

Después de eso, los dos robots nos ayudaron a terminar con Voldemort, alias; el sin nariz.

Todos nos pusimos a celebrar su muerte (porque somos unos cabrones) y claro, después de una guerra... pues dejan lagunas psicológicas. Así que el director Dumbledore me mandó a EEUU, para ir a ver al renombrado psiquiatra llamado Hannibal Lecter. Curiosamente entablamos una gran amistad. Y sus platos eran deliciosos, con una extraña carne que nunca supe descifrar. Luego me enteré de lo que era, pero le sigo queriendo igualmente.