no lo pidas dos veces, te llenaré de besos. —Se acercó a ella y con delicadeza acarició lentamente la hermosa piel de su mejilla utilizando su dedo pulgar, mientras que con su otra mano levantó un poco su mentón. La miró a los ojos fijamente, hundiéndose en ellos, y le regaló una sonrisa llena de cariño. — Tienes unos ojos preciosos —dijo antes de darle un pequeño beso en la punta de su nariz, antes de comenzar un recorrido de besos por el resto de su cuerpo: empezó por su frente, bajando a sus mejillas, luego orejas, siguiendo por el cuello, hombros y elevando su mano para brindarle también un beso a ella, seguido de cada nudillo. Volvió a subir su vista y decidió pasar uno de los cabellos contrarios por detrás de su oreja, dejando a relucir su bello rostro. Finalizó con un tierno beso esquimal, riendo suavemente. —
