Durante casi toda mi vida, viví mediante personajes que yo misma me creaba para poder vivir en sociedad y sólo con muy pocos mostraba algo de mi verdadera esencia. Era tantos personajes como me permitía y necesitaba, siempre reprimiendo cada cosa de mí.
Siempre fui muy afectuosa, sencilla, seria, retro, parlanchina, risueña, con una imaginación bastante amplia. Todo eso y mucho más, pero a nadie solía gustarle mucho menos si se trataban de personas de mi edad; sólo con algunos mayores mi forma de ser era bien vista.
De un día a otro, soy consiente, me volví fría, callada, demasiado sería, perdí mi risa y sonrisa y muy reservada.
Siempre me sentí atraída por las chicas, aunque también chicos, pero ello trataba de ocultarlo a más no poder de no ser por dos personas. Ni hablar si esos temas salían en mi entorno familiar porque no quería ser una vergüenza, como siempre y en todo.
Viví atada a personajes que deseaba ser. Hasta hará casi un año viví así, cuando perdí a las últimas personas que imaginé que perdería. Había vuelto a perder personas por ser, en cierta forma, yo. Sólo uno se quedó, alguien que siempre amó y ama mi verdadera esencia.
Todo ocurrió hace un año y sólo hará un solo meses pude empezar a ser quien siempre debí, alguien de quien yo estuviese orgullosa de presumir sin usar una falsa personalidad aunque, admito, hay ciertas cosas que aún trato de cambiar para mi bien. El camino no ha sido fácil y sigue sin serlo, pero tal vez así debía de ser.
Han pasado casi 15 años de vivir siempre así pero creo que nunca es tarde para empezar a amarse a uno mismo sin importar los comentarios de afuera, incluso los que hay en casa. Ha pasado el tiempo y creo que recién ahora soy tan feliz como nunca antes y más con ese estado de "rebeldía" que a veces es acompañado por mi hermana.