En un rincón del bosque oscuro,  
donde susurros danzan en el aire,  
había una niña, dulce y puro,  
con el brillo de estrellas en su baile.  

A tres años, su risa era canto,  
pero el miedo llegó con su velo,  
la inquina extinguió su encanto,  
y la sombra se llevó su anhelo.  

La hoguera rugió como tormenta,  
su pequeño cuerpo fue víctima,  
de la ignorancia que el miedo alimenta,  
y una vida cortada, ya sin rima.  

Oh, tragedia cruel, oh, llanto en el viento,  
la inocencia cayó, mas no en vano,  
bajo la tierra, algo toma aliento,  
la venganza se teje, fugaz como un grano.  

Sus ojos, antes llenos de luz,  
ahora arden con furia de mil fuegos,  
en sus manos, la magia se induce,  
un eco de rabia, en sus sueños sin tregos.  

Las hojas murmuran su antiguo dolor,  
cada amenaza se vuelve una sombra,  
ella regresa, con rito y fervor,  
la pequeña bruja, la noche ya asombra.  

Las llamas que hirieron, volverán a arder,  
pero esta vez, el fuego es de gloria,  
los lamentos de antaño querrán renacer,  
y la pequeña bruja, contará su historia.  

¡Oh, cóndor de sombras, ven a mi llamado!  
Cabalgaré en viento y en tempestad,  
y al pueblo que quiso verme apagado,  
les mostraré el poder de la oscuridad.  

Que tiemble su suelo, que sientan el peso,  
de un pasado que vuelve, firme y voraz,  
la pequeña bruja, en su oscuro exceso,  
no es solo recuerdo, es fuerza, es paz.  

Así la historia girará en sus giros,  
una danza de venganza, danza sin fin,  
en cada susurro, en cada suspiro,  
la pequeña bruja, renace al latir.