He detectado al fin...
Una fría gota de sangre que recorre mi cuerpo y me dice que quiere comenzar a escribir. Otra gota de sudor que corre libremente por mi espalda y me dice que le gusta la jardinería. Un paladar muy consentido al cual le encanta el té. Unas manos agiles, con una pizca de artritis que se emocionan tejiendo a crochet. Una chata nariz que se embriaga con el petricor de la lluvia. Unos ojos curiosos, a los que les encanta, abrir sus cortinas después de las nueve o diez y cerrar hasta muy tarde. Un oído muy anticuado que detesta escuchar groserías. Un cerebro que se cree concertista y dictador, todo el tiempo esta coordinando el dar ordenes y finalmente un noble corazón, muy apasionado y diligente, trabaja de sol a sol manteniendo vivos a todos los elementos antes descritos de su mortal servidora.