El mar le asemejaba un incendio, de esa forma sus orbes lo proyectaban.
Tal cual un lanzallamas, solo que este compuesto de agua.
Temor, terror, cobardía, quizás, llámalo como quieras.
En ningún momento opto siquiera por la idea de adentrarse a esas aguas desconocidas, porque eso mismo eran, para él, lugares desconocidos. No comprendía, el mismo se lo preguntaba todos los días desde que sumaba consciencia, porque todos los días las veía.
El agua ausentarse de su punto de comienzo, para luego arrasar con fuertes corrientes, que acorralan a las mismas especies marinas que habitaban el sitio, sus oleadas monstruosas que a su paso no hacían más que intentar llevarse a quien ose desafiarla.
«Miden más de tres metros y medio, nada sorprendente, chico.»
Desde ese día, juro nunca más andar por ahí contando sus temores.
Porque eso mismo eran, temores que el mismo comenzó a comprender.
⎯⎯Esto ha sentado piso hace minutitos. Se me están haciendo ideas.